Suena cursi y hasta parece cursi, tanto show a lo Walt Disney con princesitas y príncipes valientes y música de azúcar, pero no hay nada menos cursi que la danza sobre hielo, una de las cuatro disciplinas olímpicas del patinaje artístico, pese a sus orígenes como una traslación directa de los concursos de baile de salón a los patines de largas cuchillas y serretas mínimas. No era cursi cuando el estándar lo fijaban los acartonados ídolos soviéticos y ni mucho menos lo fue cuando a comienzos de los 90 los hermanos Duchesnay (canadienses bajo bandera francesa) le despojaron de chaqués, esmóquines y falditas y danzaron salvajes su Missing, denuncia de los desaparecidos en el Chile de Pinochet, bajo el sonido de una quena andina que rompió cristalina el silencio tan perturbadora, tan provocadoramente quizás como el agudo solo de fagot que abría la Consagración de la Primavera para escándalo del auditorio tradicional y alegría subversiva de Igor Stravinski. La danza no volvería a ser lo mismo. Pocos entendieron la ruptura de los hermanos, dos patinadores de género neutro, con la visión tradicional de romance y suave erotismo de la danza, pero a Romain Haguenauer, un niño de nueve años entonces que patinaba más que andaba le tocó el alma y tres décadas más tarde, ya convertido en entrenador y coreógrafo de éxito en Montreal, les habla de los Duchesnay a Olivia Smart y Tim Dieck, una de las dos parejas españolas, bailarines sobre hielo, que participarán en la competición de danza en los Juegos Olímpicos de Milán-Cortina d’Ampezzo.La competición de danza tiene dos partes, la llamada danza rítmica (el programa corto de ejercicios obligatorios en individuales y pareja), con un tema impuesto por la federación internacional (esta temporada dedicado a la música de los 90, y ellos bailan el Freedom de George Michael y el Let me entertain you de Robbie Williams) y la danza libre, el programa largo, elegido por cada competidor. En los últimos Mundiales, en marzo pasado, en Boston, Smart y Dieck se clasificaron sextos después de ser octavos en danza rítmica y terceros, medalla de bronce, en danza libre con un espectacular programa basado en Dune, de Denis Villeneuve y Timothé Chalamet, con música de Hans Zimmer. “Los resultados en Boston, además de por el patinaje y la técnica, se deben a la conexión que sentimos que construimos con nuestro programa Dune, con el público, con los medios de comunicación, todo el mundo estaba involucrado”, dice Smart, de 28 años e inglesa de Sheffield que obtuvo la nacionalidad española por carta de naturaleza y como española, haciendo pareja con Adrián Díaz, fue octava en los Juegos de Pekín 2022. “Nuestro deporte es un arte y somos capaces de hacer que la gente sienta algo y creo que eso también ha tenido mucho, mucho que ver en nuestros resultados. Diría que esta temporada ha sido un poco difícil porque tenemos grandes objetivos, pero tenemos que mantenernos mentalmente concentrados y fuertes en lo que sabemos que podemos lograr, y, como he dicho, sin crearnos demasiadas expectativas”.Cuando, después de Pekín, Adrián Díaz colgó los patines, Olivia Smart, ya convertida en el ancla español, dudó bastante antes de probar con la nueva pareja finalmente elegida, Tim Dieck, un soldado alemán, de Dortmund y del Borussia, y de su misma edad, que también buscaba pareja. “Fue amor a primera vista”, aventura, también en inglés, Dieck. “En la primera prueba, en los primeros 10 minutos, ya supe que era la pareja con la que quería patinar. En realidad, mi objetivo al ir a Montreal era hacer otra prueba, pero en el fondo sabía que quería convencer a Olivia para que patinara conmigo”. El relato del idilio artístico avanzado por el alemán (ya español desde hace unos meses) no convence del todo a la patinadora, que le interrumpe. “Disculpa, Tim, ¿quieres contar cuál fue mi primera respuesta?”. “Su primera respuesta fue no, no quería hacer la prueba”, obedece Dieck. Y Smart explica la conclusión: “Me lo pidió en verano y yo no estaba segura, así que le dije que no, y luego en octubre. Fui a Montreal y probamos, y enseguida sentí que era algo realmente especial. A nuestro nivel, se nota enseguida cuando algo funciona, y supe de inmediato que era la pareja adecuada para mí, y aquí estamos”.La danza es arte y es poderío físico, atlético, que se mide en los twizzles —juego de planetas en el que los patinadores hacen movimientos simultáneos y sincronizados de rotación y traslación alrededor de la pista, en órbita uno con otro—, los pasos de baile y las elevaciones, en las que el hombre, tan fuerte, levanta a la mujer en acrobacias tan complicadas que las entrenan y las inventan con especialistas del Circo del Sol. “Tim es más alto que Adrián y tenemos un aspecto y un estilo muy diferentes sobre el hielo. La altura nos ha hecho crecer y elevarnos como equipo y me ha ayudado a patinar mejor, a mejorar mi presentación”, explica Smart. “La fuerza que tenemos juntos es increíble. Tim venía de entrenar en Rusia y con las habilidades que le enseñaron a él allí y a mí en Montreal hemos podido patinar con fuerza juntos para crear algo especial, muy fuerte. Soy muy expresiva en cuanto a personajes y Tim es igual. Le gustan las historias, interpretar un papel, interpretar un personaje. Nos sumergimos en los personajes del patinaje y nos convertimos en un equipo que cuenta historias”.En la estela de la pareja estelar, una segunda pareja española, Sofía Val-Asaf Kazimov, que se entrenan en Madrid, se ha clasificado también para los Juegos de febrero del próximo año. “Sofía y Asaf es una muy buena pareja, y todos los elementos que hacen son muy bonitos, pero ya están muy vistos”, explica Pedro Lamelas, entrenador y periodista. “Pero lo que hacen Olivia y Tim es realmente muy difícil. Aparte de todo eso que se pide en danza, ofrecen un plus. En los elementos coreográficos, en las elevaciones, en los twizzles, en los pasos van al máximo. No se limitan a hacer un elemento bonito. Buscan la espectacularidad y sobre todo que veamos cosas que no hemos visto hasta ahora. La elevación coreográfica que han hecho con los artistas del Circo del Sol es un control abdominal venido desde atrás que realmente no sabíamos ni que físicamente era posible”. Con la seguridad que han alcanzado y con el valor y el éxito de su programa Dune, a muchos no extraña que para los Juegos de Milán, ciudad en la que se hará el patinaje, hayan decidido que el programa sea Dune-2, la secuela de Dune, como en la película, con música de la segunda parte, aunque la decisión fue controvertida por ser muy poco usual. “En realidad fue idea de nuestro coreógrafo y entrenador, Romain Haguenauer. Teníamos una idea, un concepto completamente diferente, pero Romain sugirió Dune-2. Al principio pensamos que estaba bromeando porque no me parecía real. Hacer una secuela de un programa no es habitual, no es común. Los Duchesnay hicieron un Missing-2 y son leyenda, así que cuando Romain nos sugirió Dune-2 como secuela y lo comparó con los Duchesnay, yo le dije: ‘¿Crees que podemos hacerlo, que somos capaces?’. Y él respondió: ‘Por supuesto”.

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