Granada es Lorca y Lorca es poesía. Así que la existencia del Festival Internacional de Poesía de Granada (FIP), en su vigesimoprimera edición, es lo que se espera a los pies de Sierra Nevada. Aun así, es un esfuerzo: comparecen 70 poetas de 14 países con un presupuesto, muy ajustado, de 104.000 euros. La cultura bulle en Granada, no en vano se postula para Capital Europea de la Cultura para 2031: festivales como este son un buen argumento. El FIP termina este viernes después de una semana de versos en la que, aunque Federico sobrevuele (siempre sobrevuela Federico), tampoco está tan presente: un alivio para la lorcamanía rampante. Se agradece.“Este es un festival muy heterodoxo porque somos conscientes de cómo ha ido evolucionando el ámbito creador: los géneros se interrelacionan hoy de una manera diferente, de ahí que mezclemos la poesía con otras disciplinas”, dice Remedios Sánchez, directora junto con Daniel Rodríguez Moya, en un hotel de arquitectura posmoderna que quiere parecerse a la Alhambra y que hace de cuartel general de los poetas. “Esa es también la demanda del público”, añade.Remedios Sánchez y Daniel Rodríguez Moya, directores del Festival Internacional de Poesía de Granada, posan el 8 de mayo de 2025. Fermin RodriguezEn efecto, los festivales de poesía son hoy transversales. Las razones son varias. La más hermosa es que lo poético no solo se encuentra en el libro de poemas, sino que es una cualidad alada que se posa en diferentes aspectos de la realidad: la música, el cine, los huevos fritos. Y otra razón más prosaica: que el público de la poesía es pequeño y que incluir otras disciplinas amplía ese público. Así, en esta edición del FIP, comparecen la actriz Irene Escolar, la rapera Sara Socas, el músico Pablo López, el cantaor Miguel Poveda o la cantante de ópera Ainhoa Arteta. Entre los poetas-poetas, nombres con carreras consolidadas: el pope Jaime Siles, enciclopedia andante de los versos, presente en todas las salsas del sector, o Piedad Bonnett, o Ben Clark, o Raquel Lanseros, o Manuel Rivas, entre muchos otros. También figuras emergentes: Marina Casado, Elsa Moreno, Andrés París, Aitana Monzón. Novelistas como Fidel Moreno (ojo a Mejor que muerto) o el colectivo Carmen Mola. Sesión del festival en el Espacio V Centenario, el 7 de mayo de 2025.José Ángel Fiestas (Festival Internacional de Poesía de Granada)Los actos suceden en diferentes lugares de la urbe, lo que le da al festival cierta frescura nómada, pero también visita los llamados pueblos lorquianos. “Yo nací en un cortijo cerca de Albox, en Almería”, dice Sánchez. Hija de un agricultor que le leía a sus hijos fábulas o capítulos de El Quijote, estudió con beca, “como tanta gente en España”. Y ahora quiere hacer llegar a los pueblos la cultura que no llegó al suyo (Lorca, ojo, también está implícito en esta idea). Decía Ángel González que el poeta, cuando no escribe versos, es un ciudadano normal, y no un bicho etéreo, angélico o raro, como a veces lo pintan. Aquí hay poetas que son ciudadanos normales… aunque con sus particularidades. Por ejemplo, Francisco Ferrer Lerín, ornitólogo amante de los buitres pirenaicos, o Antonio Praena, teólogo y sacerdote. Algunos son, además, visionarios. El escritor Manuel Rivas, el 5 de mayo de 2025, en el festival poético de Granada.José Ángel Fiestas (Festival Internacional de Poesía de Granada)Es el caso del periodista Carlos Aganzo, que leyó un poema de hace 20 años donde ya predijo “que los bárbaros iban a entrar en el Capitolio y en el Parlamento español, como acabó pasando”, bromeó. Y también el de Nuria Ruiz de Viñaspre, que mostró un poema donde, antes de la dana de Valencia, relataba un escenario muy parecido: “Esta sucesión de ruinas fue de verdad una ciudad”, dice un verso. También sirve para Gaza, que muere de ruinas y hambre. Dice Viñaspre, aun así, que no es tanto predicción, sino que todo ocurre todo el rato. Todo a la vez en todas partes: ahí están los poetas para cazarlo. “La poesía no puede ni debe ser neutral, la palabra se convierte en un acto de disidencia”, dijo el poeta y académico José Sarria, presentador de uno de los actos. El multipremiado poeta panameño Javier Alvarado, con prosodia acelerada y desbordante, como si no le cupieran las ideas en los poemas, le dedica un poema al poeta Lêdo Ivo (al que también se lo dedicó, famosamente, Juan Carlos Mestre): “Allá en Brasil hay una aldea hecha de los poemas de Lêdo Ivo”, leyó. Viendo a los poetas leer (los que leen más o menos bien, no como Neruda) se observa cómo el poema transita, pierde neutralidad, esa que utiliza el lector para hacerlo suyo, y se convierte en el poeta, que lo recupera con su voz. Se ve en la crudeza verbal del italiano Davide Rondoni o cuando se recitan poemas en árabe, como hizo el iraquí Habib Al Samer, que fue director del festival de poesía de Basora, o la egipcia Deema Mahmood, que además de poeta es matemática, si es que las dos cosas no son la misma. Ambiente en la Huerta de San Vicente, Granada, el 5 de mayo de 2025.José Ángel Fiestas (Festival Internacional de Poesía de Granada)La transversalidad también se vio en los estilos. Por un lado, el verso libérrimo del letón Serguéi Timoféev, relacionado con el arte contemporáneo, la contracultura punk y la vida cotidiana, muy herederos de los beats. Por otro, el argentino Alejandro Roemmers, muy conocido por condensar las emociones en la rígida estructura del soneto (aunque en el Palacio de Carlos V de la Alhambra prefirió leer verso libre). Durante su recital se conoció la fumata blanca del nuevo Papa, León XIV. El público conocía el desenlace del cónclave, no así los poetas sobre el escenario, que se enteraron al bajar: un momento histórico vivido en un lugar histórico. Curiosamente, Roemmers, además de empresario farmacéutico de trayectoria, había tratado al fallecido papa Francisco en su argentina natal, también a Mario Vargas Llosa. Dijo: “El celular nos acerca a los que están lejos, pero nos aleja de los que están cerca”. Y también dijo: “Se podría sobrevivir sin la creación, pero no sería una vida que valiera la pena”. En este festival de poesía también hay ensayistas y novelistas, como son, respectivamente, Irene Vallejo y David Uclés. Los dos venden muchos libros. Muchísimos. Ahora es el momento de Uclés, cuya Península de las casas vacías (Siruela) lleva 17 ediciones, un momento que lleva esperando mucho tiempo: comenzó su libro hace 16 años. “A lo mejor soy un best seller y no lo sé… porque hay best sellers que lo son por vender mucho y otros que lo son porque están escritos para vender”, explicó. Y tanto Vallejo como Uclés le ponen mucha poesía a lo suyo: “Para mí la lírica es fundamental cuando escribo. Hay poesía en mi libro y quizás eso es lo que lo diferencia de un best seller al uso: la pátina poética. Soy muy consciente y trabajo por ella”, dijo también. Eso sí, no lee mucha poesía: “Solo de autores que conozco, y con los que logro conectar. Aunque hay mucha poesía en las novelas que leo”. Los poetas Alejandro Roemmers y Raquel Lanseros, el 6 de mayo de 2025.José Ángel Fiestas (Festiva Internacional de Poesía de Granada)En fin, ¿los poetas son gente normal? “Los poetas son gente estupenda o difícil, con sus días buenos y sus días malos. Eso sí, tienen una particularidad: la capacidad de transformar en palabras las emociones. Y los que no tenemos esa capacidad, nos aprovechamos de ellos”, dice la directora Remedios Sánchez. Tanta poesía hay en el Festival Internacional de Poesía de Granada que luego sale uno de un acto, ve una cucaracha muerta sobre la acera, y la imagen le llena de visiones y sobrecogimiento. Cuánta belleza.

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