“No soy una bolsa de plástico”. Este es el mensaje, pero en inglés ―”I’m not a plastic bag”―, que luce uno de los bolsos más reconocibles diseñados por Anya Hindmarch (Maldon, 57 años). Ha creado complementos para la princesa Diana o Margaret Tatcher, pero fue esta simple tote bag de lona que empezó a comercializar en 2007 bajo su marca homónima la que lo cambió todo. “Fue una locura”, rememora la diseñadora británica en videollamada con EL PAÍS. El éxito global de I’m not a plastic bag no solo fue palpable al aparecer en revistas del hombro de actrices como Keira Knightly, Reese Witherspoon o Jessica Biel, también produjo una cola de 80.000 personas que ansiaban hacerse con una edición limitada de 20.000 unidades a cinco libras (menos de seis euros) en la cadena británica de supermercados Sainsbury’s y contribuyó a la decisión de cobrar por las bolsas de plástico en las tiendas del Reino Unido. “Para mí no hay lujo en algo que daña el planeta”, explica Hindmarch sobre el objetivo de concienciación detrás de su aclamado producto.La marca ya no comercializa esta bolsa, pero puede encontrarse en la tienda del museo mallorquín Sa Bassa Blanca o en plataformas como Ebay por unos 150 euros. Lo que vende ahora Hindmarch es la versión opuesta, un bolso que se llama I’m a plastic bag —soy una bolsa de plástico— y está fabricado con un tejido creado a partir de botellas de plástico recicladas. Dependiendo del tamaño, cuesta entre 595 y 1.290 euros en la web de la firma. “El lujo es algo que me hace sentir bien, me da confianza, me hace sonreír… pero no es algo que dañe el medio ambiente”, incide la diseñadora, que ha encontrado un potente tirón en esto de los complementos que se autodefinen.Más informaciónA Hindmarch le gusta jugar. Sus artículos demuestran que se puede ser elegante y divertido a la vez, que igual de sofisticado es llevar uno de sus discretos clutch unicolor que un atrevido bolso de rafia inspirado en el bote de aceitunas de manzanilla picante de la marca española Perelló. “Tenemos clientes nuevos todo el tiempo y cada vez más jóvenes, pero me gusta el hecho de que tenemos un grupo de edad y una demografía muy amplias”, explica la fundadora de la marca. Una clienta comprando el bolso ‘I’m Not A Plastic Bag’ de Anya Hindmarch en la tienda Sainsbury’s de Camden, en Londres, el 25 de abril de 2007.Gareth Cattermole (Getty Images)Uno de sus sellos son los ojos saltones, que están presentes en bolsos, mochilas, estuches, carteras, botellas y todo tipo de productos de su tienda. También es conocida por hacer artículos con forma de otros objetos: bolsos que emulan una caja de cereales o una bolsa del Carrefour; estuches que parecen un subrayador de Stabilo o una barra de pegamento Pritt; charms que imitan en cuero a una chocolatina Kit-Kat, un sobrecito de kétchup Heinz o una caja de Nurofen. Su última colección tiene como inspiración el mundo marino y está llena de simpáticos artículos en forma de medusa, pulpo, tortuga o ballena. “Puedes venir y comprar un estuche o algo divertido, pero también un bolso caro. Nos gusta ser inclusivos”, resume Hindmarch.Varios artículos de las colecciones de Anya Hindmarch en dos imágenes cedidas por la diseñadora. A la izquierda, su ‘Mortimer bag’ rodeada de artículos que imitan a otros objetos, como un ‘charm’ en forma de lata del agua carbonatada Perrier o un estuche que parece un tubo de pegamento Uhu. A la izquierda, complementos de su última colección, inspirada en el mundo marino. Esa inclusividad alcanza también a actrices, primeras ministras e incluso reinas. “No solemos hablar mucho de nuestros clientes, pero vendemos mucho a famosos, estrellas de cine y demás”, reconoce la diseñadora. A pesar de su discreción, hay anécdotas que ya son públicas. Uno de los bolsos que hizo para la ex primera ministra británica Margaret Tatcher, a quien atribuye el contagiarle la pasión inicial por este complemento, está expuesto en la Universidad de Cambridge con los bolsillos llenos de cartas firmadas por Ronald Reagan, entre otros. Diana de Gales, para quien elaboraba discretos clutch con una D bordada, solía utilizar el complemento para proteger su escote de los flashes a su salida de los vehículos, un gesto que hizo que Hindmarch pasara a renombrarlos “bolsos de escote”. “La princesa Diana fue una de nuestras primeras clientas, una clienta muy fiel. También hemos hecho muchos artículos para la reina, tanto la anterior [Isabel II] como la actual [Camila]y por supuesto para la princesa de Gales [Kate Middleton]que también nos apoya. También hemos hecho cosas para la reina Letizia y para muchas reinas de todo el mundo, y es un gran honor y una plataforma maravillosa para mostrar nuestros productos”, celebra la diseñadora.La princesa Diana tapándose el escote con un bolso de Anya Hinmarch mientras sale de un coche en 1997. Anwar Hussein (WireImage/Getty)Tal es la relación de Hindmarch con la realeza que el pasado 18 de febrero fue nombrada Dama comendadora de la Orden del Imperio Británico, sumándose así a una distinción que ya tenían otros grandes de la industria de la moda como Anna Wintour o Vivienne Westwood. Recibió su insignia de manos del propio Carlos III en el Palacio de Buckingham y, según contó entonces en la revista Hello!, estuvieron hablando sobre vertederos y sobre alternativas a materiales indeseables. “De hecho, hablamos de ortigas. Sí, de las cosas increíbles que se pueden hacer con las ortigas”, declaró entonces a la publicación. “Fue un gran honor, algo muy bonito y un momento muy especial”, recuerda al otro lado de la pantalla.Anya Hindmarch tras ser nombrada Dama comendadora de la Orden del Imperio Británico durante una ceremonia de investidura en el Palacio de Buckingham el 18 de febrero de 2025 en Londres, Inglaterra.WPA Pool (Getty Images)Se define como una marca de lujo, charla con reyes y diseña para princesas, pero Anya Hindmarch no quiere convertirse en una firma pretenciosa. “Lo que no me gusta de la moda es cuando se trata de estatus. Cuando se trata de llevar un bolso para mostrar lo rica que eres. Eso no me interesa”, sostiene. “Lo que me gusta es cuando los bolsos describen tu carácter o ilustran lo que llevas puesto. Cuando son apropiados para el evento al que vas o son un bonito regalo con un mensaje personal. Para mí debería tratarse de historias y de amplificar lo que intentas decir. Una bonita forma de comunicar y mostrar quién eres, de autoexpresión”, defiende.Su universo se ha expandido tanto que cuenta con su propio pueblo en Londres. Bajo el nombre de The Village, Hindmarch ha creado una suerte de aldea de tiendas en plena Pont Street, una de las calles de moda en el distrito de Kensington, que gracias a su ingenio se ha convertido en un exitoso destino turístico y de compras. “Es muy creativo y un poco loco”, dice mientras muestra orgullosa imágenes de la apariencia actual de las tiendas. En el momento de la entrevista, siguiendo con la temática del mundo marino que protagoniza su nueva colección, la tienda principal, que cambia continuamente, está inspirada en el submarinismo y un gran tiburón se asoma por la parte de arriba hacia el exterior, como si huyese del local para comerse a los paseantes. “Es una colección de seis tiendas y una cafetería [en la que incluso el café, las galletas y los azucarillos se sirven con ojos saltones]. Y siempre tenemos dentro todas las diferentes partes de la colección”, comenta. Desde el 7 de junio, el mundo marino ha dado paso al de los helados.El exterior de la tienda londinense con temática de submarinismo de Anya Hindmarch en una imagen cedida por la diseñadora.Ocupando los números 15 y 17 de la calle se mantiene su tienda primigenia, la que abrió en 1996, mucho más clásica. Ofrece regalos personalizados, con grabados de cualquier cosa que el cliente quiera dibujar o escribir. “Productos que perduran y se transmiten de generación en generación”, describe en la página web. También las hay dedicadas a la sostenibilidad, al arte de la organización o a los artículos para el hogar. “La gente que viene a Londres viene a conocer The Village y toda la diversión que tenemos allí”, asegura esta maestra de la diversificación. En 2012, Hindmarch vendió parte del negocio a un fondo de inversión y la firma abrió 65 tiendas repartidas por todo el mundo, en Los Ángeles, Nueva York, París, Singapur… Siete años después, en 2019, ella volvió a comprarlo todo y redujo el número de tiendas para concentrarse en cumplir este sueño en el que se ha convertido su particular aldea temática londinense. Es consciente de que hay un hilo que lo une todo y no es la sostenibilidad, la calidad o los ojitos saltones. Es la esencia británica que emana todo lo que toca, su irónico humor inglés mezclado con la sobriedad del estilo british que convence tanto a celebrities como turistas. Dar con esa tecla y potenciarla en su propio terreno le ha hecho amasar una fortuna de más de 17 millones de euros, según estima el portal especializado en actividades financieras de famosos Celebrity Net Worth. “No soy una diseñadora de bolsos”, debería decir otro de los eslóganes de Hindmarch, porque es una etiqueta que se le queda demasiado corta a la dueña de un pequeño universo en continua expansión.

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