
La tragedia de Oaxaca hizo volar por los aires la expectativa de un cierre de año en calma para el staff presidencial. El siniestro del Corredor Interoceánico revive la noción en Palacio Nacional de que el sexenio de Andrés López Obrador fue de muy bajo hándicap en términos de transparencia y operatividad gubernamental. Son varias las aristas que generaron malestar en los más allegados a Claudia Sheinbaum. La primera es que la tragedia sucedió a los dos días de que el Gobierno anunció la compra de maquinaria ferroviaria a Alstom, una empresa francesa líder en ese sector, sinónimo de vanguardia. Una novedad que se empaña por el descarrilamiento, hecho sobre el cual otros potenciales proveedores pueden tomar nota por los problemas en las obras que hacen los militares mexicanos y que pueden exponerlos daños reputacionales o incluso litigios legales. También genera malestar que el siniestro expone dos temas que son tóxicos para el Gobierno. El primero es el de los hijos del expresidente: tras un año de escándalos de Andy ahora el que salta a la novedad es Gonzalo por su papel de supervisor del Tren del Istmo. Para el oficialismo no es algo lateral porque se trata de problemas que afectan a Morena como marca electoral y así se refleja en las encuestas. El segundo problema es la Marina. Se trata de una fuerza que tuvo un año muy convulso por el estallido de la trama de los sobrinos del exsecretario Rafael Ojeda Duran y que ahora remata diciembre con un nuevo problema porque la construcción del Tren del Istmo fue una responsabilidad de la cual estuvo demasiado cerca el actual secretario, el almirante Raymundo Morales. Más allá de estas cuestiones, la defensa de las obras estructurales de López Obrador se volvió un desafío cada vez más complejo para el Gobierno. El Tren Maya, que también se descarriló sin víctimas fatales, cumplió este año sus metas de pasajeros, pero sigue exhibiendo un déficit operativo de más de 2000 millones de pesos al año. Sus ingresos propios apenas cuben el 12% de la operación, según datos oficiales. El AIFA sigue sin consolidarse y este año transportó solo un 13% de su meta total. Algo similar sucede con Mexicana de aviación que este año tuvo perdidas por más de 800 millones de pesos. El caso de la refinería de Dos Bocas es el más complejo: refina solo un tercio de las metas iniciales y costó casi el triple de lo estimado: pasó de un presupuesto de 8000 millones de dólares a costar casi 22.000 millones de dólares. Tal vez por esto en Palacio Nacional sonríen cuando llegan las encuestas que suelen ubicar a Rocío Nahle entre las gobernadoras con peor imagen del país. El problema no es solo la defensa discursiva de todo este andamiaje. El gran drama es presupuestal y es una de las explicaciones de la necesidad imperiosa de Sheinbaum de que el empresariado invierta: es porque el Estado tiene un margen muy escaso para hacerlo.
El descarrilamiento dispara el malestar por la herencia obradorista en el entorno de Claudia
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