Abrir la caja de Pandora es más sencillo que cerrarla. Donald Trump desató la furia de los mercados el pasado miércoles 2, y anoche intentó apaciguarla, dejando en suspenso durante 90 días buena parte de las medidas comerciales anunciadas entonces. Logró un impacto espectacular: el índice S&P 500, el más representativo de la Bolsa de EE UU, subió un 9,5% récord desde 2008 y la tercera mejor sesión desde la II Guerra Mundial. Pero también efímero, al menos en parte. El mismo indicador ha vuelto a marcar este jueves un fuerte descenso, del 3,46% al cierre de la jornada, llegando a desplomarse más de un 6% en algunas fases de la misma. El Nasdaq ha retrocedido con mayor virulencia, un 4,31%, con valores como Apple o Nvidia perdiendo parte de lo avanzado el miércoles: la primera ha cedido un 4,24%, y la segunda, casi un 6%. El industrial Dow Jones, por su parte, se deja un 2,5%.Violentas subidas como la del miércoles tienen que ver con los fundamentos del mercado (en este caso, la retirada de aranceles), pero se ven amplificadas con comportamientos propios de la Bolsa. Tienen mucho de espejismo, al igual que las fuertes subidas de las Bolsas europeas: el Ibex ha escalado un 4,3%, la mejor sesión en tres años.La cotización del dólar refleja cómo las dudas siguen igual de vigentes: la divisa estadounidense, en teoría referencia mundial, se desploma un 2,4% contra el euro hasta perder la cota del 1,12, mínimo desde 2022. La de hoy es la mayor caída en 10 años y una de las más abultadas desde que existe la moneda europea. A medida que el polvo se asienta, el pesimismo sobre la economía de EE UU queda mejor perfilado. La tregua es temporal y parcial. No elimina ni los aranceles genéricos, ni el castigo a China, ni los específicos al motor, acero, aluminio, y a ciertas importaciones de México y Canadá. Tal y como apuntan los economistas de JP Morgan, la tregua arancelaria es “simplemente el final del principio”, y la práctica totalidad de las casas de análisis desaconseja entrar en el mercado (y algunas recomiendan aprovechar para vender). La guerra comercial está lejos de terminar y el impacto económico que el mercado teme desde hace una semana solo ha disipado en parte. Si antes de llegar Trump EE UU aplicaba un arancel medio de menos del 5%, con las medidas actualmente sobre la mesa (es decir, después de la rebaja) el tipo medio quedará en torno al 20%, calcula Citi.Goldman Sachs ha reducido la probabilidad de una recesión al 45% tras la decisión de Trump (un 65% antes de la retirada de aranceles), pese a tener un cálculo del arancel medio más conservador que el de Citi. Y los expertos recuerdan, también, que la caótica gestión de la crisis está condicionando las expectativas y las decisiones de gasto de consumidores y empresas. Varias encuestas apuntan ya a una desaceleración de la inversión empresarial y del gasto de los hogares debido a la preocupación por el impacto de los aranceles. Un estudio de Reuters/Ipsos ha revelado que tres de cada cuatro estadounidenses prevén un aumento de los precios en los próximos meses, algo de sentido común teniendo en cuenta que los artículos que vienen de China sufrirán un gravamen del 145%. Y, de vuelta en los mercados financieros, una prueba del nueve de las perspectivas mundiales la da el petróleo, cuyo consumo depende de la actividad económica. El Brent ha bajado el 3,28% (tras subir ayer el 4%) hasta los 63,33 dólares, cerca del nivel más bajo en cuatro años.Presión sobre la deudaLos mercados torcieron el brazo de Donald Trump. En la semana casi exacta transcurrida desde que anunciara la avalancha arancelaria, el S&P 500 bajó más del 12% (un 11% para el Ibex), un periodo en el que las Bolsas mundiales vieron evaporarse 9,2 billones de capitalización, cantidad equivalente a la mitad del PIB europeo. Y, dentro del desierto político en que se ha convertido Estados Unidos, surgieron voces críticas de grandes empresarios, operadores de Wall Street y banqueros de inversión, algunos de ellos férreos aliados de Trump, a los que se sumaron reproches desde las propias filas republicanas. Pero el punto de inflexión no lo determinó ni en la Bolsa ni los pasillos del Congreso, sino que estuvo en el mercado de renta fija. Desde el lunes el precio de la deuda del Tesoro de Estados Unidos, considerada tradicionalmente un valor refugio, caía sin freno y los rendimientos, que se mueven a la inversa del precio, se disparaban, amenazando con una espiral destructiva como la que acabó con la primera ministra británica Liz Truss. Los bonos del Tesoro son el activo más negociado y el paradigma de la seguridad financiera. Si el mercado empieza a dudar de ellos, duda de todo, en un proceso que se alimenta a sí mismo. La presión arreciaba, hasta que el presidente estadounidense tuvo que dar su brazo a torcer. “Hay que ser flexible”, dijo Trump después de anunciar la medida y tras varios días en que se mostró firme con su decisión inicial. “El mercado de bonos es complicado. Lo estaba observando y si lo miras ahora, es precioso. Pero ayer la gente se estaba poniendo un poco nerviosa”, admitió el presidente.Pero la bandera (más o menos) blanca del presidente no cierra el episodio. “La incertidumbre se mantendrá previsiblemente en niveles elevados, la desconfianza global ha llegado para quedarse y la posibilidad de futuras nuevas correcciones en los activos de riesgo es muy real”, señalan desde Macroyield. El efecto en la deuda ha sido, de hecho, efímero, y el rendimiento tanto del bono de Estados Unidos a 10 años como a 30 años (las dos referencias principales) apenas se mueven sobre los niveles de cierre del miércoles. Están a un paso de los umbrales considerados críticos por los analistas (4,5% y 5%) que ya tocaron el miércoles, poco antes de la intervención del presidente. En este contexto, ha pasado desapercibido el dato de inflación en EE UU, que refleja la primera bajada mensual de precios desde mayo de 2020, para dejar el IPC interanual en el 2,4%. El dato es mejor de lo esperado (se preveía un alza del 0,1% mensual) y supone cierto alivio en las presiones inflacionistas, a la espera del impacto de la guerra comercial.Subida del IbexLa efervescente actualidad ha dejado atrás la espectacular sesión en la Bolsa española, y en las Bolsas europeas. La española marcó la mejor apertura de su carrera, un 8,59% en su primer cambio, pero al cierre se ha quedado en la mitad, un 4,3%. Pese a todo, la mejor sesión en tres años. Un porcentaje casi idéntico al 4,5% del Dax alemán y al 4,2% del Euro Stoxx 50, superior al 3,8% de Francia y el 3% de Londres. El parón de los gravámenes del miércoles se produjo con las Bolsas europeas ya cerradas, de modo que han recogido hoy el impacto. Pero lo han hecho a contrapié, pues Wall Street ha pasado a la siguiente pantalla.Las subidas en algunos valores del Ibex, estratosféricas en la apertura, han pasado a ser simplemente abultadas. Valores con exposición a EE UU lideran el mercado: IAG gana el 5,4% (llegó al 20%), Fluidra el 7,7%, igual que Grifols. Pero destacan, sobre todo, las ganancias de la banca: Santander, CaixaBank, BBVA, Sabadell y Bankinter suben más del 5%. Y las alzas son más tímidas en valores de perfil defensivo, que han aguantado mejor el temporal, como Telefónica, Iberdrola, Repsol, Redeia o Naturgy, todas entre el 1,5% y el 2,5%. En Europa las ganancias también son generalizadas. Entre los mejores del Euro Stoxx 600 hay desde empresas petroleras como Tullow Oil a fondos de capital riesgo (EQT), tecnológicas como Infineon, valores de consumo como Pandora o Adidas, además de bancos como Unicredit. En Asia, las alzas ha oscilado entre el 3% y el 9%, poco después de que hayan entrado en vigor los aranceles del 84% de China a Estados Unidos. Estos mercados asiáticos serán los primeros, dentro de pocas horas, en recoger los cambios de ánimo de Wall Street y, de nuevo, los mercados europeos verán el partido bursátil en diferido.Bolsas – Divisas – Deuda – Tipos de interés – Materias primas

Las turbulencias vuelven a Wall Street: el S&P 500 cae un 3,5% y el dólar se desploma un 2,4% en su peor jornada en 10 años | Mercados Financieros
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